miércoles, 29 de junio de 2011

El transbordador espacial se queda en tierra


El aparato más complejo, sofisticado y peligroso hecho por el hombre hace su última misión espacial, después de 136 vuelos y pasa a la historia de los intentos del hombre por conquistar el espacio.

Antieconómico y muy difícil de sostener técnicamente, después de 136 vuelos en 34 años, si es exitosa su última salida, la Nasa jubila su flota de transbordadores.

En este final de junio o en los días próximos, dependiendo del clima, se cerrará el ciclo de la máquina más compleja -y peligrosa- desarrollada por el hombre en materia espacial y probablemente de todos los tipos. El transbordador espacial Atlantis de la NASA (STS, Space Transport System y luego genéricamente Space Shuttle) hará el último viaje al espacio antes de ser dado de baja junto con los otros cinco ejemplares de este subliminal aparato cuyas misiones nunca lograron el rendimiento que les planificó ni la invulnerabilidad de la aeronave más compleja construida hasta la fecha.

En efecto, de los seis aparatos fabricados desde cuando el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, autorizó la construcción de este proyectil tripulado, en febrero de 1972, cinco fueron operativos ya que el primero que se hizo, llamado Enterprise, no estaba previsto para salir al espacio sino para ensayos de vuelos en la atmósfera, tres sobrevivieron y apenas lograron realizar 135 misiones, cuando el proyecto contemplaba 50 vuelos al año.

La necesidad del transbordador venía de la ineficiencia de los cohetes que se estaban usando para colocar satélites y otros elementos en el espacio pues no eran recuperables ni tripulados.
Hacer un avión capaz de salir de la órbita terrestre, realizar misiones de todo tipo y regresar a la tierra, fue la solución que se adoptó mezclando los proyectos de la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Las cuentas de los promotores del proyecto resultaron completamente irreales pues calcularon cada vuelo en 10.5 millones de dólares y terminaron costando entre 300 y 400 millones en promedio y hay operaciones cuya factura pasó de los 1.000 millones de billetes verdes.

A pesar de que su planificación económica fue un desatino, el Transbordador siguió adelante tan solo para encontrar más dificultades pues operativamente la nave presentó costos astronómicos de recuperación después de los vuelos, derivados especialmente del reemplazo de miles de las "tejas" de silicio (lleva cerca de 30 mil) que protegen la nariz del avión del altísimo calor que produce la fricción con el aire al regresar a la atmósfera cuando alcanza cerca de 27.000 kilómetros por hora. En esos momentos, el frente del transbordador puede estar a más de 2.000 grados centígrados.

Las "tejas" se desprendían o deterioraban aunque nunca fueron la causa de los accidentes tal como se temía siempre que despegaba una misión. El Challenger se incendió porque se presentaron fugas de combustible luego de 73 segundos de vuelo y el Columbia se desintegró al regresar a la atmósfera porque un pedazo de espuma aislante se desprendió y rompió el ala izquierda del aparato, a pesar de lo cual la NASA autorizó su regreso a la tierra, aunque no es claro si habría alguna forma de reparar el plano en el espacio.

El transbordador es un avión pequeño, pero muy ancho y espacioso pues se trata de un carguero. Mide 17.25 metros de altura en la cola, 37.24 metros de largo y se apoya en una envergadura de 23.8 metros de ancho. Para dar una referencia, metros más o menos, es muy cercano al tamaño de un Airbus 320.

Cualquiera de los transbordadores depende de propulsión externa para ascender y salir de la órbita terrestre. Para ello lo acoplan en la plataforma de lanzamiento a dos cohetes. Para surtir el combustible, hay un gran tanque desechable que mide 46.14 metros de largo y 8.28 metros de diámetro. Va lleno de oxígeno e hidrógeno líquidos y alimenta los tres motores del transbordador que funcionan durante 8 minutos y medio después del lanzamiento, hasta una altura de 109 kilómetros.

Otros dos cohetes laterales, recuperables, que pesan cada uno 6 toneladas, van cargados con perclorato de amonio (oxidante) y aluminio (combustible). Todo el conjunto pesa 2.041 toneladas pero apenas regresan 104 toneladas después del viaje, representadas en el peso de la nave vacía.

Para maniobrar en el espacio y para regresar a la tierra quebrando la resistencia de la atmósfera, los transbordadores llevan tres motores que pueden generar un empuje de 1.8 meganewtons y son las plantas motrices más poderosas jamás construidas. Estos motores son reutilizables y se encienden en varias fases de cada
misión. Se fabricaron 46 unidades.

En el diseño de la fantástica máquina que resume la tecnología espacial pues se actualizó constantemente aunque nunca perdió su esencia técnica, tal como pasó con el avión supersónico Concorde, jugó más el aparato que el hombre pues no tiene ningún sistema de protección para los 5 a 7 tripulantes que suelen conducirlo. También es cierto que en cualquiera de las condiciones de funcionamiento, salvo tal vez en su aproximación final a la pista, no hay condiciones exteriores en caso de una eyección para que sobrevivieran sus pilotos, que volaron siempre amarrados a un potencial ataúd.

Los dos accidentes y los fantásticos costos de volar los transbordadores acabaron por enterrar el ambicioso y espectacular programa espacial de los Estados Unidos, que llegó a ser compartido con los orbitadores rusos y la estación espacial soviética, generando una paz en el espacio en donde se temía una guerra de alcances insospechados. En 2004, el presidente Bush le dictó la sentencia de defunción al programa a partir de 2010 una vez se terminara el montaje de la estación espacial, que ahora será atendida por las naves rusas Soyouz.

Bush, sin embargo, dejó el sueño espacial abierto pues lanzó un nuevo programa "Constellation" que supuestamente llevaría de nuevo al hombre a la luna en 2020. En realidad era una reestructuración del programa Apolo, que funcionaría con cohetes y módulos como el ya visto. Poco se demoró el presidente Obama en descartar también este proyecto con una frase contundente:
"A la luna ya fuimos, el espacio es enorme".

Para acometer la conquista del espacio en términos más ambiciosos se hará una nueva generación del transbordador, más eficiente y capaz en el cual el hombre visite asteroides en 2025 y vaya a Marte (2030), según Obama, pero hasta la fecha, cuando el transbordador hace su vuelo de despedida, todo está en puras palabras y fantasía.

Entre tanto, hay sociedades privadas que trabajan en crear un sistema de vuelos comerciales de carga, no tripulados en órbitas bajas. Se trata de las firmas Space X y Orbital Science que han recibido apoyo económico de la Nasa, mientras se inventa una manera rentable de conciliar los sueños espaciales del hombre con la verdadera utilidad de estos aparatos.

José Clopatofsky
Con información de Nasa y múltiples sitios de Internet relacionados.

Los seis aparatos

ENTERPRISE: Salió en junio de 1977. Fue una maqueta operativa que nunca estuvo en el espacio pues se utilizó para todos los ensayos preliminares de vuelo. Está en el Museo del Aire y del Espacio, en Washington.
COLUMBIA: Debutó en abril del 81 y fue el primer transbordador que estuvo en el espacio. Después de 28 vuelos y 300 días en órbita, estalló al regresar a la atmósfera terrestre el 1 de febrero de 2003. Hizo la misión más larga, de 17 días y 15 horas.
CHALLENGER: Aparece en abril del 83. Hizo 9 misiones y en una de ellas se hizo la primera salida al espacio por parte de un astronauta. Se incendió al despegar el 28 de enero de 1986.
DISCOVERY: Entró en servicio en agosto de 1984 y realizó 39 misiones, el récord en la materia. Lo jubilaron el 9 de marzo de este año. Puso en órbita el telescopio Hubble y por primera vez tuvo una mujer en sus mandos, Eileen Collins.
ATLANTIS: Lo activaron en octubre de 1985. Hizo 33 misiones que
sumaron 303 días en órbita. Envió la sonda Galileo hacia Júpiter y atendió fundamentalmente labores militares en la estación rusa MIR y en la ISS (International Space Station). A última hora, le autorizaron una misión adicional que será la final del proyecto.
ENDEAVOUR: El más nuevo pues se estrenó el 7 de mayo de 1992 y realizó el, hasta ahora, vuelo final que cerraría la era de los transbordadores el 1 de junio de este año. En 25 misiones hizo el mantenimiento del telescopio espacial Hubble y recuperó el satélite japonés Space Flyer. Lo usaron básicamente en el montaje de la ISS.

Aló... aquí houston
El corazón de las misiones estaba en Houston, donde opera el centro de dirección de vuelo, cuya complejidad se aprecia claramente. El puesto de mandos del transbordador y en general todo su interior son un mar de indicadores y computadores desde los cuales se maneja no solo la nave sino también toda la carga, brazos para manipularla, cámaras, instrumentos de medición y el ambiente interno de la cabina.

Dependencia
Una vez en tierra, el transbordador no tenía posibilidad de movimientos autónomos por falta de motores. Para ir de una base a otra, por ejemplo, cuando aterrizaba en California y debía ir al sitio de lanzamiento en el Kennedy Space Center de Florida, lo volaban sobre un Boeing 747 "Jumbo" acondicionado para este efecto. También estaba previsto remolcarlo en carreteras normales, rodando sobre sus propias ruedas. Un enorme aparato se encargaba de moverlo desde su hangar de preparación y colocarlo en el sitio de lanzamientos.

Llegaba con el impulso
Una de las características desconocidas de los transbordadores es que una vez quebrada la resistencia para reingresar a la atmósfera terrestre, no disponía de motores para llegar a la pista. Funciona como un planeador de ahí que la maniobra de llegada es sumamente compleja y se debía preparar con suma atención desde el punto de vista meteorológico. En Estados Unidos había tres bases preparadas para recibirlo de manera permanente (Kennedy en Florida y Edwards y Vanderberg en California, pero en el resto del mundo había muchos sitios adecuados para un aterrizaje en caso de que el mal tiempo lo obligara y se acabara el impulso.
Después de entrar a la atmósfera a unos 40.000 kilómetros por hora y a 120 kilómetros de altura, se hace el descenso hacia la pista sin motores. A 3.000 metros de altura y a 12 kilómetros de la
pista, se aplican los frenos aerodinámicos para bajar la velocidad de 680 a 346 kph, que es su velocidad de toque (260 kph en un avión normal). El tren de ruedas se saca a 430 kph. Al tocar tierra se activan los frenos aerodinámicos (Speed brakes) y los mecánicos y cuando va a 110 kph. sale un paracaídas, que se despliega asistido por un pequeño cohete, que completa la detención.
Aunque tiene obviamente toda suerte de automatismos de pilotaje en la mayoría de las misiones el aterrizaje se hizo manualmente.
La pista de Florida tiene casi 5 kilómetros de largo y 91 metros de ancho y todas las alternas son similares o más grandes.

FRASES

La aventura tecnológica más costosa y osada de la historia aterriza definitivamente. Estados Unidos da por terminado el proyecto de los transbordadores espaciales y ahora piensa en otra fantasía: ir a Marte en el 2030.

En cualquier de sus manifestaciones, el Transbordador era espectacular. Por ejemplo cuando era trasladado entre las bases sobre un Boeing 747 especialmente acondicionado para esta tarea tan singular.

Cada vez que se encendían los megamotores había un riesgo enorme de incendios y explosiones.

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viernes, 3 de junio de 2011

A man’s wisdom gives him patience; it is to his glory to overlook an offense. – Proverbs 19:11 (NIV)

It is one thing to be patient when things are going our way; it is another thing to be patient when we feel wronged. As C.S. Lewis stated, “Everyone feels benevolent if nothing happens to be annoying us at the moment.” We show our true wisdom when we are faced with offense. Can we overlook the faults of others – even when it hurts?

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